- He sumergido el mundo en la oscuridad, ya me pertenece, ahora ustedes no podrán hacer nada; dijo una extraña voz en la oscuridad.
- Nosotros no, pero nuestros sucesores si, contestaron unas voces temblorosas.
- Cállate; ahora despídanse de este mundo; replicó de nuevo aquella voz de ese ser malévolo.
- Nooooo, fue lo último que se escuchó decir de aquellas voces temblorosas.
- Ahora… Ya no hay nadie que pueda intervenir en mi reinado de oscuridad; ja, ja, ja. Se burlo esa voz tenebrosa.
Después de setenta años que el poderoso Habakú sumergió el mundo en una espesa capa de oscuridad y destruyó a los guerreros elementales, ya no quedaba nadie que protegiera a los aldeanos de este malvado hechicero; hacía con los aldeanos lo que el quería, los convertía en bestias salvajes, en monstruos y los ponía a su servicio, otras veces los esclavizaba y quien se rehusaba estaba condenado a morir azotado. Sin embargo a los aldeanos los alentaba una profecía; esta decía:
“cuando las tres estrellas de la luz: la estrella del amanecer, la estrella del atardecer y la estrella polar vuelvan a brillar juntas en el centro de la tierra, y los cuatro puntos cardinales muestren sus elementos; entonces el malvado hechicero empezará a perder sus poderes y la luz volverá a surgir”. “Pero para que esto suceda deberán existir los cinco herederos de los poderes elementales”. Esta profecía era la única esperanza de los aldeanos para liberarse del hechicero Habakú.
Un día mientras los capataces de Habakú se encontraban esclavizando a los aldeanos, azotándolos y saqueando sus cosechas; un fuerte y rudo joven los vió y fue tanta su ira, que sin pensarlo lanzó una roca muy grande contra uno de ellos, y lo aplastó. Al ver esto, los otros capataces lo cogieron y empezaron ha azotarlo; al momento apareció otra joven, ágil y de extremada belleza, que se interpuso y con un tornado de agua acabo con cinco de estos. Los capataces la cogieron; y al momento de empezar a azotarla, apareció otro valiente y feroz joven, que con un giro de espiral de fuego redujo a polvo a otro capataz; también a este lo iban a azotar cuando apareció una joven, bella y veloz que con una ráfaga de aire mato a dos capataces.
El resto salió despavorido de ese lugar, y dejaron a los jóvenes y aldeanos y sus cosechas en paz; los aldeanos empezaron a alabar a los cuatro jóvenes por su valentía de enfrentarse a los capataces de Habakú; de repente apareció un portal que succionó a los jóvenes guerreros y después desapareció. Los aldeanos no supieron a donde se habían ido esos jóvenes; sus nuevos héroes se habían desaparecido sin ninguna explicación. Mientras tanto, el portal que había succionado a los jóvenes apareció en un bosque, y allí los dejó:
- ¿En donde estamos?, preguntó uno de ellos.
- Permítanme yo respondo esa pregunta, dijo una voz.
- ¿Quién eres?, ¿Dónde estas?, preguntaron los jóvenes.
- Estoy aquí arriba, contestó la voz.
Ellos miraron hacia arriba. Y allí estaba parado en la rama de un árbol; un joven, corpulento y con una mirada penetrante; este salto de allí:
- Soy el avatar Kam, ¿Y ustedes son?
Uno por uno los jóvenes se presentaron ante el avatar:
- Soy Kimberly, dijo una de ellos.
- Y yo Max, contesto el otro.
- Yo soy Hay Lin, respondió la tercera.
- Y yo Tommy, dijo el último.
- ¿Por qué estamos aquí?, pregunto Kimberly.
- Por que ustedes son los herederos de los poderes elementales; déjenme yo me explico: hace mucho tiempo sus abuelos combatieron al hechicero Habakú, pero en ese combate sus abuelos murieron; antes de morir, ellos dijeron a Habakú:
- Nosotros no pudimos vencerte, pero nuestros sucesores si.
- Por eso ustedes hace un momento sin pensarlo hicieron uso de sus poderes elementales.
- ¡Nosotros somos nietos de esos guerreros!
- Si, así es, asintió el avatar
- Entonces… ¿Quién eres tu?... Ya nos dijiste que eres un avatar y también tu nombre… ¿Tu también eres uno de los herederos de los poderes elementales?, pregunto Max.
- No… No lo soy, yo soy la reencarnación del avatar Milka, el avatar que lucho con sus abuelos hace más de setenta años contra el hechicero Habakú, además. Soy también un mago, contesto Kam.
- ¿Ahora que vamos a hacer?, pregunto Tommy.
- Síganme. Vamos al castillo donde yo vivo, respondió Kam.
Los valientes jóvenes siguieron a Kam por un sendero, por un lado estaba rodeado de un bosque, y por el otro de un hermoso lago que resplandecía por la luz del sol; después de muchas horas de camino, Kam les dijo:
- Bienvenidos a mi castillo.
- Pero… ¿En donde esta?; ¿nosotros no vemos ningún castillo?, pregunto Tommy.
- Ahora lo verán.
Kam hizo un movimiento con la mano, como despejando algo, y en ese momento apareció el castillo, que resplandecía como el rayo en la tormenta, rodeado de fuentes y hermosos jardines.
- Oye… ¡¿Como hiciste eso?! pregunto kimberly.
- Te dije que era un mago; replicó Kam.
Los jóvenes y el avatar entraron en el castillo, allí Kam les dijo:
- Ahora empezará su entrenamiento, y el nombre de este grupo será “Guerreros Elementales”, por el momento descansen.
Mientras tanto, en el castillo de Habakú, los capataces habían regresado y le contaron a su amo todo lo que les había sucedido, este les dijo:
- Tontos, le corren a unos simples jovencitos inofensivos, ahora los convertiré a todos ustedes en animales o tal vez en horribles criaturas.
- ¡No!… No lo haga, ¡mi señor!
A pesar de que estos le rogaban, los transformo en monstruos grotescos. Era tanto el odio y la maldad, que existía en el corazón de Habakú, que lo habían convertido en un ser frio, de oscuros sentimientos, y sin compasión por nada ni nadie.
En ese mismo día, un aldeano que salió a ver las estrellas en aquella noche despeja y de luna llena; vio el primer signo de la profecía: “cuando las tres estrellas de la luz: la estrella del amanecer, la estrella del atardecer y la estrella polar vuelvan a brillar juntas en el centro de la tierra”… De inmediato, salió a avisarles a los demás:
- Amigos, la profecía ya se ha iniciado.
Todos salieron… Y si, allí estaban las tres estrellas brillando juntas en el centro de la tierra y juntas formaban un triangulo. Este primer signo de la profecía aumentó más la esperanza de liberta de los aldeanos.
Pero, Habakú; al ver el revoloteo de los aldeanos; salió a ver qué era lo que pasaba, y al ver la primer señal de la profecía, lanzó un terrible hechizo, que convirtió a todos sus soldados en animales, y todo lo que había a su alrededor se volvió de piedra.
Por otra parte el nuevo grupo de vivaces guerreros ya habían empezado su entrenamiento con el avatar Kam; este les enseñó como controlar los elementos, los movimientos que estos requieren y un poco de magia. Ya era hora de que el segundo signo de la profecía apareciera, así que los guerreros elementales, hicieron un círculo, con las siguientes indicaciones de Kam:
- Kimberly, se para en el círculo sur, pues tu elemento es agua; Max en el oriente, tu controlas el elemento fuego, Hay Lin en el oeste, tu controlas el elemento viento; y tu Tommy en el norte tu controlas el elemento tierra. Ahora cada uno convoque su elemento, Max empieza tu:
- Poder místico del Oriente, ráfaga de ignis.
- Tu turno Tommy, dijo el avatar.
- Terremoto de terra, poder mágico del Norte.
- Ahora me toca a mi, dijo Hay Lin.
- Poder elemental del oeste, huracán de ventus.
- Es mi turno, dijo Kimberly.
- Poder de vida del sur, maremoto de aqua.
La tierra tembló al escuchar que convocaban los cuatro elementos; de cada punto cardinal salió una luz de diferente colore, del oriente una luz roja, del norte una café; del oeste una verde y del sur una luz azul. Cuando ésta llegó al círculo mágico de los guerreros y los tocó, los hizo elevar en el espacio e hizo aparecer en cada uno, una armadura y un arma diferente. En Max, una espada, en Tommy, un hacha de doble filo; en Hay Lin, un arco y flecha y en Kimberly un sable. Del centro de la tierra aparecieron dos rayos de luz: uno fucsia y otro amarillo, que llegaron al centro del circulo mágico donde estaba Kam, estos al tocarlo hicieron aparecer en el avatar un báculo y una armadura.
Los aldeanos vieron este signo y supieron que era el segundo de la profecía: “…y los cuatro puntos cardinales muestren sus elementos; entonces el malvado hechicero empezará a perder sus poderes y la luz volverá a surgir”… Y por ende también el tercer signo de la profecía: “Pero para que esto suceda deberán existir los cinco herederos de los poderes elementales”… Los guerreros elementales adquirieron un poder mucho más grande que el que tenían; así que se dirigieron hacia el castillo del malvado hechicero Habakú. Ya era hora de que el mal fuera combatido y destruido.
Habakú ya había preparado sus tropas para enfrentar a los guerreros; la tierra se tornó más oscura de lo que estaba, se escuchaban truenos y relámpagos y una fuerte tempestad empezó a caer sobre la tierra. Ambos ejércitos empezaron a marchar y al poco tiempo se encontraron; al estar frente a frente; Habakú, dijo:
- Ríndanse, somos más que ustedes.
- No… No lo haremos, no importa si ustedes son más que nosotros, no descansaremos hasta verte destruido y regresar la luz y la paz al mundo, replicó Kam.
- ¡Ataquen!, dio la orden de batalla Habakú.
Así fue como inicio la batalla, los guerreros elementales luchaban contra el ejército de monstruos de Habakú y Kam contra el malvado hechicero. Después de tres horas de lucha; de choques de espadas contra espadas, de sables contra sables, de hachas contra hachas y de flechas contra flechas después del choque de escudos contra escudos, de armaduras contra armaduras; después de las tormentas de arena, de los tornados de agua, de las lluvias de fuego de las agresivas ráfagas de viento; los guerreros, decidieron combinar sus poderes, para así eliminar por completo el ejército de Habakú, cada uno empezó a convocar su poder elemental; así que comenzó Max:
- Magia del este, tormenta de ignis.
- Magia del norte, terremoto de terra, dijó Tommy. Le tocaba el turno a Hay Lin:
- Magia del oeste, huracán de ventus, y por último a Kimberly:
- Magia del sur, tornado de aqua.
Los cuatro elementos mostraron su ferocidad y su ímpetu; la tormenta de fuego y el huracán de ventus exterminaron la mitad del ejército de monstruos y bestias salvajes de Habakú; la otra mitad fue arrasada por el tornado de agua y el terremoto de tierra.
Kam aun no lograba destruir al hechicero, así que los guerreros elementales decidieron ir a ayudar a su maestro. Todos juntos luchaban contra el malvado Habakú, y aun así no lograban vencerle, puesto que Habakú era más poderoso que todos ellos juntos.
- No entienden, que aunque ustedes hayan vencido a mi ejército, yo los venceré a todos ustedes, y seguiré reinando y esclavizando a estos insignificantes aldeanos, dijo Habakú.
- Es cierto que hasta el momento no hemos logrado hacerte ni un rasguño, pero encontraremos la forma de vencerte, replico Kam.
Y continuó la batalla. De pronto a Max se le ocurrió una idea:
- Maestro utiliza el poder de las tres estrellas.
- ¡Claro!.. ¡Como no se me había ocurrido antes!, replicó admirado Kam.
- Sigan luchando con él, mientras hago el conjuro, dijo Kam a los guerreros.
Los guerreros siguieron combatiendo a Habakú, mientras Kam hacia el hechizo:
- “Estrella del amanecer, estrella del atardecer y estrella polar, bríndenme su poder para derrotar a la oscuridad y hacer brillar la luz por todos los rincones del mundo”.
Las estrellas empezaron a girar y después lanzaron un potente rayo de luz al báculo de Kam y luego desapareció. Después Kam realizo un segundo conjuro:
- Ahora luz del báculo haz que la oscuridad desaparezca de la faz de la tierra.
El báculo empezó a brillar, pero la luz no era suficiente, así que los guerreros lanzaron su poder hacia el báculo y este brillo tanto que Habakú no resistió esta poderosa luz y desapareció. La oscuridad se disipó y por primera vez después de setenta años de oscuridad la luz volvió a brillar en el mundo, las plantas volvieron a crecer en los lugares donde había desierto, las aves volvieron a cantar las cosechas destruidas por el hechizo de Habakú, volvieron a surgir y todos aquellos que fueron convertidos en bestias y monstruos volvieron a su forma humana.
Los aldeanos convirtieron al avatar en el rey de aquel país y a los guerreros los llamaron “Guerreros elementales, protectores del país”. Así fue como terminaron setenta años de oscuridad y por muchos siglos reinaría el tiempo de paz y luz.
AUTOR: JHON GILDARDO OCAMPO